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viernes, 20 de enero de 2017

Una cuestión de respeto.

Me asombra la facilidad con la cual cualquier “tilingo” se cree con derecho de insultar al ciudadano que ostenta el cargo de Excelentísimo Señor Presidente de la Nación Argentina, sea quien fuere la persona que cumple esas funciones.

Quienes lo hacen, aparte de ser groseros, mal educados, mediocres que solo encuentran en la descalificación y el insulto, la única forma que conocen para defender sus mezquinos intereses seguramente desconozcan el art. 99 de la Constitución Nacional que entre otras atribuciones dice  que el Presidente “ Es el jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la administración general del país y además es el Comandante en Jefe de todas las fuerzas armadas de la Nación.

Unos años atrás un ciudadano español de visita en el país se asombraba de la forma en que algunos ciudadanos argentinos se referían a la entonces PresidenTe Cristina Fernández:
En España, podemos criticar al Presidente y sus acciones. Pero no podemos ni debemos insultarle, ni faltarle el respeto. ¿No es un delito en Argentina llamar Prostituta a la Presidenta?

La respuesta es No.¡ y fue precisamente Cristina Fernández a quien, justo es reconocerlo más allá de sus procederes y actitudes en el ejercicio de sus funciones le han indilgado cantidad de calificativos y no laudatorios precisamente, la que presentó un proyecto en septiembre de 2009 que posteriormente el senado convirtió en ley  determinando que se eliminan del Código Penal los delitos de calumnias e injurias, respondiendo así a un viejo reclamo de las organizaciones periodísticas y a un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que le había reclamado a la Argentina que adecuara su legislación a los preceptos de la Convención Americana de Derechos Humanos.

El artículo 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos dice: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”.
La libertad de expresión no significa libertinaje y no se puede bajo ese paraguas protector repartir puteadas a diestra y siniestra al mejor estilo de algunos conductores radiales y televisivos, que mencionan al Presidente por su apellido solamente, de una manera que pretende ser “muy de onda” y que solo demuestra escases de criterio y ubicación.

Dicho esto por una simple cuestión de respeto para con los demás, pero también por respeto a nosotros mismos.



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